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domingo, 31 de julio de 2011

Las mujeres que corren con los lobos

Cuando una mujer abandona los instintos que le indican los momentos adecuados, para decir que sí o para decir que no, cuando pierde la perspicacia, la intuición y otros rasgos salvajes, se encuentra en unas situaciones que le prometían oro pero que, al final, sólo le causan dolor. Algunas mujeres abandonan su arte por un grotesco matrimonio de conveniencia o renuncian al sueño de su vida para convertirse en una esposa, hija o muchacha "demasiado buena", o dejan su verdadera vocación para llevar otra vida esperando que sea más aceptable, satisfactoria y, sobre todo, más sana. De esa y de otras maneras perdemos nuestros instintos. En lugar de llenarnos la vida con una posibilidad de iluminación, nos cubrimos con una especie de manto de oscuridad. Nuestra capacidad de intuir la naturaleza de las cosas en el exterior y nuestra visión interior, están roncando muy lejos, por lo que, cuando el demonio llama a la puerta, nosotras nos acercamos como unas sonámbulas, le abrimos y le dejamos entrar.